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Tu segundo cerebro está en el intestino

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¿Cómo cuidas a tu segundo cerebro?

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Regular su tránsito y su flora es fundamental

En el intestino se encuentra la mayor reserva de neurotransmisores que tiene nuestro organismo. Por tanto, mantenerlo limpio y con una buena flora no solo favorece su buen funcionamiento, sino que también mejora tu vitalidad y equilibrio físico y emocional.

Además de colaborar en el proceso de absorción de nutrientes, en el intestino se encuentra la mayor reserva de neurotransmisores que tiene nuestro organismo. Por tanto, mantenerlo limpio y con una buena flora no solo favorece su buen funcionamiento, sino que también mejora nuestra vitalidad y equilibrio físico y emocional.

La comunidad científica quedó atónita ante la publicación en 1998 de The Second Brain (El segundo cerebro), del profesor de Anatomía y Biología Celular de la Universidad de Columbia Michael D. Gershon. En esta obra, que todavía no está traducida al castellano, se exponía la conexión entre el “cerebro entérico” y el “cerebro nervioso”, señalando que están tan profundamente interconectados que, al parecer, la mayor reserva de neurotransmisores se encuentra en el intestino, y no en el cerebro. Tal es el caso, por ejemplo, de la serotonina, un neurotransmisor que se encarga de regular la relajación y el sueño, por su transformación final en melatonina (la hormona del sueño), y de equilibrar el tránsito intestinal, entre otras muchas funciones, y que se halla en el intestino en un 95%.

 

Neurotransmisores superstar

Aparte de la serotonina, el otro neurotransmisor superstar es ladopamina, que es almacenada en el sistema entérico hasta un 50%, y es la responsable de la actividad del organismo. Su proceso final, en la cascada metabólica, la convierte en adrenalina, un neurotransmisor con funciones hormonales. Es una sustancia básica para nuestras actividades cotidianas energéticas y se segrega en situaciones de estrés. Por ello es conveniente solo “la cantidad justa”.

Parecería que el cerebro es el que “manda” sobre el intestino, pero la realidad fisiológica es la contraria, ya que por cada orden que el cerebro envía al intestino, éste le devuelve nueve.

 

El largo camino de la absorción

Nos percatamos, pues, también de la enorme complejidad de nuestro sistema intestinal. Si bien el digestivo prepara los nutrientes, es el intestinal el que los absorbe a lo largo de unos 6 metros de intestino delgado y 1-1,5 metros de intestino grueso. Y también hemos comprobado cómo el sistema nervioso (sistema entérico y neurotransmisores) y el hormonal median en todo el proceso de absorción de nutrientes. Como decía el doctor Letamendi (1828-1897): “El cuerpo es un solo órgano y la vida una sola función”.

 

La microbiota intestinal

Por otra parte, en los últimos decenios se ha venido investigando, cada vez más, lo que antes llamábamos la flora intestinal y ahora denominamos microbiota. Resulta que al final los sabios padres del naturismo tenían razón, y que, tal como decía el decano del naturismo, el doctor Eduardo Alfonso (1896-1991), “No nos alimenta lo que comemos, sino lo que asimilamos de lo que comemos”.

La flora intestinal se renueva cada 3 días y es crucial su correcta preservación y la nutrición, de ahí el interés por los prebióticos y los probióticos, tan estudiados en los últimos decenios y llevados a la culminación científica por los trabajos científicos de la terapia microbiológica[1], muy afín, por cierto, a la ortomolecular.

Los prebióticos son un tipo de hidratos de carbono que nuestro intestino no puede digerir y que tienen la capacidad de modificar de forma selectiva la flora intestinal, ya que son utilizados por los probióticos como sustrato alimenticio. Entre ellos, cabe destacar los (ructooligosacáridos (FOS), los galactooligosacáridos (GOS) y la inulina.

Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se ingieren en las cantidades adecuadas, pueden aportar beneficios para la salud de quien los consume. Se trata de bacterias o levaduras que están presentes en alimentos o suplementos dietéticos. Los más concoidos son toda la serie de lactobacilos, bifidobacterias y el género de levaduras denominadas sacharomyzes.

 

ESTREÑIMIENTO CRÓNICO

Los laxantes eran hasta hace pocos años los fármacos más vendidos en España, y aunque ahora los que están en los primeros puestos del ranquin son los antiinflamatorios y los antidepresivos, como el estreñimiento es hoy en día un problema frecuente debido a que nuestra alimentación es escasa en fibra dietética, siguen siendo de los más demandados. Y cabe señalar que la depresión y el estreñimiento tienen un origen común: las alteraciones de la serotonina.

La corriente naturista clásica ya advertía hace más de 200 años de la importancia de mantener una regularidad intestinal, ya que los productos de desecho del organismo no evacuados van mermando la capacidad excretora del hígado y los riñones, así como del resto de sistemas de eliminación: los pulmones y la piel.

 

Fibra, sedentarismo y estrés

La escasa riqueza en fibra dietética de nuestra alimentación, debido, en parte, al refinamiento de los cereales y a que ingerimos pocas frutas y verduras crudas, es una de la principales causas del estreñimiento. La media de consumo de fibra en España es de 7 g/día, mientras que las cantidades aconsejadas son 30 g/día. Pero hay otros culpables:

  • Una alimentación acídica y putrefactiva rica en sustancias tóxicas (ptomaínas, histamina, cadaverinas, etc.), es decir, que incluya demasiadas carnes, pescado, mariscos, conservas, cereales con gluten (trigo en especial), lácteos (especialmente, quesos curados).
  • El sedentarismo, que niega al organismo humano la habitual actividad física como es el caminar.
  • El estrés y la ansiedad, que bloquean la normal actividad de la serotonina, que es uno de los principales neurotransmisores que median en la regularidad intestinal.
  • Las intolerancias o alergias alimentarias pueden ser las que provocan el estreñimiento. Generalmente, el origen de estas alteraciones se encuentran en el síndrome de permeabilidad intestinal, que se caracteriza por una alteración de la estructura del intestino inducida por los tóxicos y los hábitos insanos que permite el paso de sustancias tóxicas a la sangre y a la linfa. En el caso de las intolerancias, se alteran las inmunoglobulinas G (IgG) y en el caso de las alergias las inmunoglobulinas E (IgE). En la actualidad existen muy buenos test de alergias e intolerancias alimentarias, entre los que destacamos el test ALCAT, el A-200 o el Imupro 300[2].
  • El hipotiroidismo y las anemias pueden provocar también una ralentización del tracto intestinal.

 

Los mejores hábitos

  • Tomar diariamente al menos 30 g de fibra dietética, especialmente procedente de frutas y hortalizas crudas y cereales integrales (si no se es intolerante al gluten).
  • Beber suficiente agua (alrededor de 2 l/día) para proporcionar al organismo el máximo de hidratación.
  • Reducir frituras y productos animales que producen desechos por descarboxilación bacteriana, tipo putrescina, tiramina, histamina, indol, etc., como las conservas y semiconservas de atún, caballa, sardina, boquerón, etc. (ya que en el pescado post mórtem se alcanzan los niveles más altos de histamina), los mariscos y quesos curados (sobre todo la parte de la corteza), las carnes curadas o ahumadas, los pescados ahumados y los embutidos.
  • Si se cronifica el problema, se puede recurrir a los enemas de colon y consultar con un médico o terapeuta competente.

 

Complementos nutricionales recomendados

  • Fibra dietética de apoyo procedente de: semillas de lino (Linum usitassimum), zaragatona (Plantago psyllium), glucomana(Amorphophallus konjac), salvado de trigo (Triticum aestivum), nopal(Opuntia ficus-indica), algas ricas en fibras y mucílagos (espirulina, clorela, klamath) y el chitosán de los caparazones de crustáceo.
  • Plantas laxantes (son menos aconsejables, pero también pueden sernos de ayuda en situaciones puntuales): frángula (Rhamnus frángula), cáscara sagrada (Rhamnus purshiana) y, en casos muy concretos, el sen (Cassia angustifolia).
  • Probióticos: especialmente bifidobacterias (una vez pasada la fase aguda del estreñimiento).
  • Prebióticos: FOS especialmente, para preparar el “terreno” para los probióticos. Durante la fase aguda se pueden combinar con carbonato de magnesio. Luego hay que ir reduciendo el carbonato de magnesio y dejar sólo los prebióticos.
  • Vitamina C: a dosis altas tiene un efecto laxante. Se debería tomar un mínimo de 3 g al día, y luego, al mejorar, ir disminuyendo la dosis a poco a poco. También, un multinutriente.

 

DIARREA: EL OPUESTO PELIGROSO

La frecuencia excesiva en el número y textura de las deposiciones se produce en el intestino delgado. Es el lenguaje que tiene el organismo para deshacerse de material tóxico o inconveniente en el medio interno. Las diarreas pueden estar provocadas, en primer lugar, por la ingesta de alimentos contaminados por bacterias como Escherichia coli, Salmonella,Shigella, etc. El origen pueden ser también parásitos u hongos (cándidas, por ejemplo) o alguna intolerancia alimentaria (lácteos, gluten, etc.), o bien pueden ser efecto secundario de la toma de antibióticos o laxantes minerales indiscriminados.

 

Los mejores hábitos

Durante una crisis diarreica se puede tomar:

  • Un litro de agua carbonatada (carbonato de magnesio) con 5 cucharadas de suero láctico.
  • Eliminar lácteos hasta la completa detención de la diarrea.
  • En la fase aguda, hacer una dieta astringente con arroz blanco hervido y manzana cruda dejada oxidar con gotas de limón.

 

Complementos nutricionales recomendados

  • Probióticos del tipo Lactobacilus acidophilus, Lactobacilus rhamnosus y bifidobacterias.
  • Prebióticos, FOS especialmente, para preparar el “terreno” para los probióticos.
  • Antioxidantes mayores: selenio y vitaminas A y E.
  • Complejo B: siempre que no haya una candidiasis asociada. Especialmente, B3, B5 y B6.
  • Minerales: calcio, magnesio y potasio balanceados (2:1:1).

 

COLON IRRITABLE

Se trata de una afección caracterizada por la descoordinación de los movimientos del intestino grueso que provoca una contracción en varios segmentos que puede dar lugar a espasmos, haciendo que las heces queden inmovilizadas (fase restrictiva) o violentamente expulsadas (fase diarréica). La persona afectada presenta episodios alternados de diarrea y estreñimiento acompañados de retortijones, borborigmos y gases. Afecta dos veces más a mujeres que a hombres, especialmente a partir de 25 años.

Sus causas, en general, suelen ser las mismas que en el estreñimiento, aunque con una mayor relevancia de los factores de estrés emocional, laboral o psíquico.

 

Los mejores hábitos

  • Eliminar posibles alimentos desencadenantes como té, café, alcohol y platos muy condimentados, y descartar alergias o intolerancias alimentarias (como hemos visto en el apartado del estreñimiento crónico).
  • Hacer una dieta rica en vegetales y frutas crudas con cereales, a poder ser sin gluten, como arroz integral, trigo sarraceno, mijo y quínoa. Reducir productos animales portadores de flora de putrefacción en exceso.

 

Complementos nutricionales recomendados

  • Prebióticos y probióticos, como se ha explicado en el apartado del estreñimiento.
  • Aminoácidos azufrados: cisteína, metionina, taurina.
  • Suero láctico.
  • Calcio, magnesio y potasio balanceados (2:1:1).
  • Complejo B: especialmente, ácido pantoténico (B5).
  • Fitoterapia reguladora: plantas antiespasmódicas como la melisa(Melisa officinalis) y la hierbaluisa (Lippia citriodora), y  ansiolíticas y/o sedantes: pasiflora (Passiflora incarnata), tila (Tylia platyphyllos) o valeriana (Valeriana offcinalis).

 

¿Qué papel juega la flora beneficiosa?

La fibra es el alimento de la flora beneficiosa que, al fermentar, es aprovechado por diferentes variedades de microorganismos benefactores (lactobacilus, bifidobacterias y algunos tipos de estreptococos y estafilococos) que aportan estos beneficios:

  • Mejora la absorción de nutrientes: Al fermentar la fibra, se genera energía y se fabrican vitaminas (K, del grupo B y E) y se crea un medio favorable para la absorción de minerales (calcio, magnesio, zinc y hierro).
  • Potencia la inmunidad: Las bacterias que componen la flora beneficiosa tienen estructuras celulares semejantes a las bacterias nocivas sirviendo de fuente de información para el desarrollo de mecanismos de defensa.
  • Protege  de las infecciones: Con la fermentación de la fibra se genera un ambiente adverso a los microorganismos dañinos dificultando que se instalen en el colon.
  • Influye en el metabolismo del colesterol: modificando las sales biliares que llegan al colon e impidiendo que sean reabsorbidas y liberando unos compuestos que bloquea la producción de grasas y de colesterol.

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