El apego
El apego es el vínculo afectivo que se establece cuando somos bebés y por el cual vamos desplegando todos los sistemas de nuestro psiquismo. El apego es de suma importancia para nuestra salud mental y configura la manera de relacionarnos con las otras personas. Una figura de apego es aquella a donde la persona va a refugiarse en situaciones de dificultad. Para el bebé normalmente corresponde con aquella persona que ejerce los cuidados. El apego es fundamental para el desarrollo del bebé, nacemos completamente dependientes y no solo nuestro organismo se va regulando a medida que vamos creciendo, sino que nuestro psiquismo (mente, emociones, sentimientos, pensamiento) también se va construyendo.
El apego está relacionado con los procesos de desarrollo de dependencia-autonomía y se va configurando de forma pendular, es decir, según el bebé o el niño va adquiriendo más habilidades se da también un balanceo entre dependencia y autonomía. Así a veces hay madres y padres que consideran que su pequeño ha sufrido un retroceso cuando antes era muy autónomo y se quedaba feliz en la escuela infantil y ahora parece que tenga “mamitis”. En la mayoría de los casos no es que haya retrocedido, es que posiblemente ha llegado a otra etapa evolutiva en la que va adquiriendo otro grado de autonomía y a veces necesita retroceder un poco para dar un salto. Es importante respetar los procesos y ritmos del niño, pensar en que cada individuo es único y lo que es válido para uno no lo es necesariamente para otros. Por esta razón la excesiva independencia de un niño no siempre es sinónimo de buena salud o un indicador de que es muy listo, puede ser un indicador patológico.
Apego seguro
Es aquel que nos indica que el niño o la niña han hecho una adecuada vinculación con sus figuras referentes. Éstas pueden ser una o mas de una: la madre, el padre, los abuelos, la cuidadora. Tiene que ver con las figuras cercanas proveedoras de cuidados. Es diferente una figura afectiva que una figura de apego ya que puede existir una relación afectiva pero sin relación de apego. La presencia de la figura de apego calma al niño, a ella acudirá cuando tenga angustia.
El apego seguro se mide según la reacción del bebé cuando no ve a la madre. Un niño o niña con apego seguro se espera que llore o se inquiete al no estar su figura de apego: madre/padre. La intensidad del llanto tiene que ver con el propio temperamento del bebé. Un niño sano poco a poco es capaz de retomar su juego, la curiosidad, etc y cuando la figura de apego reaparece retomar los besos, la sonrisa.
Para que exista un buen apego lo mas importante es la calidad del tiempo empleado en el niño y el temperamento de los padres. No es obligatorio llevar a cabo prácticas de crianza natural, especialmente si los padres no se sienten cómodos con ello, sin embargo, mantener una buena relación desde la calma si que ayuda a una buena vinculación. Aunque el buen apego no garantiza la salud mental, si que dota al niño de recursos para relacionarse, para regularse y ofrece un buen pronóstico de su salud mental.
Existen distintos tipos de apego que van a influir en la personalidad del niño:
Apego desorganizado
Cuando un niño o niña tiene apego desorganizado quiere decir que no hay una vinculación adecuada porque las personas cuidadoras presentan respuestas que no siguen un patrón previsible o son atemorizantes. También se da este tipo de apego cuando el adulo se atemoriza frecuentemente frente al niño y presenta una inconsistencia en su respuesta.
Estos niños dan una respuesta contradictoria frente a la figura de apego, por un lado corren a buscarla cuando no ven a su madre o padre y después se alejan o bien lloran cuando se va, pero la rechazan o la ignoran al entrar. Los niños y niñas con este tipo de apego pueden ser considerados TDAH, psicóticos, etc., porque a menudo tienen problemas de conducta e intensa ansiedad. De adultos son personas inestables y posiblemente con dificultad para confiar y relacionarse con otras personas.
Apego evitativo
Este tipo de apego está presente en niños cuyas personas cuidadoras les dan una respuesta de indisponiblidad en demasiadas ocasiones, es decir, como un patrón habitual de respuesta. Dejar llorar hasta que el niño se calme solo cuando es demasiado pequeño, no hacer caso de conductas de demanda o no contener berrinches, etc., pueden generar una respuesta del sistema nervioso en forma de ansiedad e hiperactivación y un tipo de apego evitativo, lo que se conoce como indefensión aprendida. El niño no genera una demanda porque aprende que no debe esperar una respuesta de sus cuidadores. Entonces comienzan a mostrar un aparente desinterés, no es que se vuelva mas fuerte, es que se defiende de esa sensación de abandono.
Los niños con este tipo de apego cuando no ven a su persona cuidadora aparentan indolencia, apatía y cuando la ven de nuevo no muestran afecto. Son niños y niñas aparentemente muy independientes por lo que suelen resultar aproblemáticos para un entorno insensible, aunque son un tanto irritables, al igual que los niños con apego desorganizado no lloran cuando los dejan con otros adultos por lo que no suelen considerarse problemáticos hasta que aparecen los problemas de conducta. Pueden ser excesivamente tímidos o bien personas extravertidas pero con relaciones superficiales.
De mayores pueden ser adultos desconfiados, aparentemente muy independientes, pueden ser excesivamente tímidos o bien personas extravertidas pero con relaciones superficiales, con una gran dificultad para profundizar en el vínculo o para comprometerse personalmente con otra persona por la angustia que le produce la cercanía.
Autora: María Bilbao